Pau M. Just_ Deconstruyendo el cine

¿Para qué?

Difundir arquitectura.

Los arquitectos solemos explicarla como una acción realizada por un arquitecto. Para Pau1, la arquitectura es el imaginario que construye nuestro hábitat. Esto implica dos escalas de comprensión: la de lo que nos rodea y la de nuestro marco mental, construido tanto a base de referentes cercanos como por otros que no hemos visitado ni visitaremos jamás, sea por la distancia, sea por su grado de privacidad. Es dudoso que cualquiera que lea estas líneas tenga acceso a las habitaciones privadas de, pongamos, el Rey de Inglaterra. Sí podremos, en cambio, pasear por las del Emperador Padishah Shaddam IV gracias a Dune, la novela y las películas, las dos rodadas y la que no2. Pau nos habla de este imaginario que tenemos todos en la cabeza sea cual sea nuestra relación con la virtualidad y la ficción, proponiendo un fresco que ocupa todo el espectro que forma nuestro imaginario arquitectónico, no el de los arquitectos, sino uno que apela a un espectro de público mucho más amplio.

Lo que, por otro lado, tiene mucho a enseñarnos a los propios arquitectos.

¿Dónde?

https://www.youtube.com/results?search_query=deconstruyendo+el+cine

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¿Cómo?

El título del canal apela al universo que más capacidad ha tenido para presentar y representar la arquitectura desde su aparición y el que más ha influido a la arquitectura. La verosimilitud del cine depende de la conjunción de la historia con los detalles. Hacer creíbles a Hermione Granger, a Gandalf, a la Princesa Prometida, a Rick Deckard o a Chihiro depende de una atmósfera que ha de penetrar a nuestra conciencia subliminalmente para crear un universo propio. Esto sólo lo puede conseguir la arquitectura, sea o no creada por arquitectos. Reflexionar sobre el cine es reflexionar sobre el mundo. Sobre los mecanismos de creación de nuestro propio imaginario. Reflexionar sobre el cine es extender el marco del cuadro a la propia representación, es decir, a salas de exhibición como The Sphere, y sobre la arquitectura que ha sido concebida con criterios escenográficos provenientes del cine como… bueno, como cualquier concurso de arquitectura importante, o proyectos como The Line.

Y un no sé qué de…

Desplazamiento.

No sé si somos conscientes del mal que la academia está haciendo a la arquitectura al restringirla a la obra de arquitectos hombres europeos blancos heterosexuales, y de haber construido un poderoso aparato argumental para justificar esta decisión. Poderoso y frágil, porque se mantiene en base a dos omisiones: restringir -cuando no censurar- cualquier tema que no encaje con esta concepción y posponer el cambio estructural que propone la perspectiva de género, única novedad en décadas que ha conseguido colarse dentro de este espacio incapaz de plantear explicaciones convincentes y carismáticas que sirvan para algo más que para aprobar el examen de turno. La Academia, conservadora y reaccionaria, ha perdido buena parte del prestigio y el relato y se ha convertido en el reino de la hiperespecialización, la precarización laboral, el mal humor y la angustia. Consecuencia: el conocimiento, la innovación intelectual, el progreso, se han desplazado a fuera impulsados por el placer, la diversión, la curiosidad, el conocimiento lateral, perspectivo, oblicuo, atmosférico: por el conocimiento de base, por la cultura general que permite conectar, relacionar, expandirse. Pau nos habla de temas aparentemente divorciados de lo que la academia enseña como arquitectura, y lo hace con la precisión y el rigor propios de un profesor de arquitectura, a los que añade la ligereza.

Para muchos, Miguel de Unamuno es un vejete con barba blanca confrontado a circunstancias adversas, un gran filósofo pesimista, grave, adusto, superado por las circunstancias de su época.

Debería haber pasado a la historia por su sentido del humor.

Buen jugador de ajedrez en una época en que esto se consideraba un signo de altas capacidades, fue interpelado por un señor que siempre he pensado que era un académico:

Don Miguel, es cierto que jugar al ajedrez aumenta la inteligencia?

Sí. Para seguir jugando al ajedrez.

Mira por dónde, Pau Lleva barba.