Ingvar Kamprad et al._ IKEA

Tienda de Ikea en la suecia de los 60s.

¿Para qué?

Entrar teniendo cuatro paredes y salir con todo lo necesario para vivir en ellas a un precio razonable con considerable un margen estético que discurre desde lo más sobrio y neutro hasta lo más recargado.

¿Dónde?

En más de cincuenta países en los cinco continentes pasando por encima de culturas, estilos de vida e incluso civilizaciones muy diferentes entre sí.

¿Cómo?

Seis argumentos:

1_ Oportunidad. Ikea se dio cuenta antes que nadie de qué es ahora una casa. También de quién la habita. Los domicilios fijos parecen cosa del pasado. El acceso a la vivienda se ha complicado seriamente. Vivimos peor que nuestros padres, lo que ha afectado a los propios conceptos de mueble y menaje del hogar. Necesitamos utensilios baratos con menos apego, fácilmente desechables/vendibles/reciclables, porque los muebles han dejado de ser patrimonio. Los muebles no están hechos para durar siempre, pero no pasa nada: se degradan, compras el mismo y el conjunto sigue siendo más barato que un mueble tradicional.

2_ Versatilidad. Las tiendas son generalistas, sirviendo para casi cualquier actividad que se puede realizar en cualquier estancia interior o exterior. Todo está en un mismo lugar, todo tiene el mismo rango de precios.

3_ Estandarización y modulaje. Los componentes, fijaciones, materiales, herrajes y herramientas son comunes a casi todos sus productos. Lo que falta puede adquirirse en casi cualquier ferretería. Las medidas, tamaños, familias estéticas, incluso la variedad, permiten realizar exclusivamente con sus productos una variedad de proyectos de arquitectura de un gran nivel.

4_ Transporte. Casi todos los productos se pueden empaquetar con paquetes planos, compactos, transportables en cualquier maletero o en transporte público. El producto no sirve de nada si no puede llegar a la vivienda con facilidad.

5_ DIY tutelado. Los paquetes planos contienen el producto desmontado. Desempaquetarlo y montarlo es fácil para gran parte del público. Buena parte de la investigación y el desarrollo de la marca ha ido en esta dirección.

6_ Precio. La combinación de estos factores permite abaratar considerablemente el producto hasta barrer casi cualquier competencia. Lo que, al margen de otras consideraciones sobre tejidos locales, etcétera, incide en el punto 1. Ikea ha visto antes que nadie a qué público se dirige y ha adaptado a ellos su oferta.

Los paquetes planos de IKEA: máxima eficiencia, precio reducido.

Y un no sé qué de…

Un espejo. Ikea: muebles con perspectiva de clase, decentes, baratos, a menudo a base de copiar o adaptar diseños que igualmente buena parte del público no podría pagar1. La aspiracionalidad ha cambiado de foco, pivotando desde la posesión de un objeto determinado a pagar por él el precio original. Ikea vende sillas de comedor decentes en un rango que va desde los 15 a los 60€, pudiéndose duplicar en algún producto concreto. La silla más barata diseñada por Hans Wenger vale 800€, pudiendo llegar fácilmente a los 3000. Ikea es el diseño que nos podemos permitir. Negar su calidad, rebajar su concepto no indica ni mejor gusto ni amor por la artesanía: indica una privilegio. Aunque estaría bien que los hubiese por aquello de la competencia, no hay desobedientes de Ikea. Sólo hay clasistas.

Izquierda: Silla de fumar de Hans Wegner. Sobre 3000€. Derecha: Silla Ekenäset de IKEA. 280€.