Reconocimiento institucional

La Biblioteca Gabriel García Márquez fue inaugurada a mediados de 2022 en la calle Concilio de Trento del barrio de Sant Martí de Barcelona. El edificio, obra de SUMA arquitectura, toma la forma de un rectángulo achaflanado en planta organizado alrededor de un vacío central triangular trazado por las paralelas a tres de sus lados. El vacío organiza las circulaciones verticales y orienta a los usuarios llegando al sótano, donde se ubica la sala de actos bajo el acceso. La sala de actos es ciega, pero sus accesos se iluminan mediante un patio inglés, que consigue que todo el volumen esté inundado de luz. Los espacios son bellos y agradables. La estructura del conjunto es de madera. El volumen resultante lidia con la calle mediante unos potentes voladizos revestidos de cristal que han cedido, agrietando estructura y cerramientos. Dos años más tarde, el equipamiento deberá ser reformado debido a defectos constructivos y estructurales. Se estima que las obras durarán 13 semanas y costarán casi 400.000€.

Foto: Jesús Granada.

Vaya por delante mi respeto al equipo redactor y al proyecto, una apuesta urbana formalmente arriesgada. El concurso, fallado en 2015, es previo a la Ley de Contratos de 2017. No he conseguido encontrar datos sobre los honorarios cobrados por el estudio.

Este proyecto fue ampliamente reconocido en el panorama arquitectónico, ganando muchos premios entre los que destacan:

Premio Ciudad de Barcelona 2022.

Premio a la mejor biblioteca pública 2023.

Premio FAD de arquitectura 2024.

Premio Mies van der Rohe 2024.

La biblioteca, pues, entró en una rueda de reconocimiento instantánea que, sin esperar si el edificio tenía o no un buen encaje urbano y un buen uso, lo llevó a conseguir algunos de los galardones más prestigiosos del mundo de los arquitectos. Lo que suscita diversas reflexiones.

1 _ Sobre el edificio.

Ninguno de estos premios se ha justificado con referencias al oficio del arquitecto, a las condiciones de trabajo en que ha tenido que ejercer el estudio refrendadas, sean cuales sean, por una administración pública.

Tampoco se ha prestado una atención especial a su construcción ni a su estructura. Sí ha habido menciones a su sostenibilidad, concretamente a la concesión del sello Leed Gold por parte del US Green Building Council, sin otra mención a lo que ello significa.

En ninguna de las justificaciones de los premios recibidos existe la menor alusión a nada específico de este edificio, ni su entorno, ni su materialidad, ni su contexto inmediato. No importa dónde está, ni qué lo rodea, ni su orientación, ni sus comunicaciones. No importa, en suma, el edificio. Importa lo que el jurado ha querido ver en él independientemente de su existencia material.

No es extraño, entonces, que en ninguna acta se mencione el principal valor arquitectónico del edificio: meter la cuarta biblioteca más grande de la ciudad de Barcelona en un edificio vertical.

En el acta del Premio Ciudad de Barcelona no se menciona la ciudad de Barcelona en ningún momento. Una lectura de esta no proporciona ninguna información sobre por qué este edificio ha merecido este premio, que se justifica únicamente por ser un edificio referencial e icónico, sin que el jurado sienta ninguna necesidad de especificar para quién lo es.

Sí se alude a la representatividad del edificio respecto de la historia reciente de la arquitectura. Es decir: este edificio es meritorio comparado con otras arquitecturas meritorias. Y ya. El resto es parafernalia globalista que tanto puede aplicarse a un edificio en Sant Martí como a otro en Chipre o en Tokio.

Foto: Jesús Granada.

2_ Sobre los premios.

El reconocimiento institucional de la arquitectura se basa casi exclusivamente en méritos reconocidos por premios de arquitectura. Es decir, las instituciones presentan la arquitectura jerarquizada, cribada y aislada de su ciudad, de su programa y de su presupuesto, y se relaciona únicamente con otros proyectos y, lo más importante de todo, con sus autores.

3_ Arquitectos, no arquitectura.

Una obviedad. A las instituciones que representan la arquitectura y que se supone que cuidan de ella no les interesa la arquitectura.

Les interesan los arquitectos.

La arquitectura institucional sólo entiende la arquitectura como la obra de un arquitecto. Uno cada vez, un héroe romántico que trabaja solo produciendo obras que se han de evaluar solas, aisladas, sin contexto. La presentación de los proyectos las objetualiza, las separa de su entorno y recalca siempre su carácter excepcional. Su encaje urbano, su valor de serie, son sistemáticamente ignorados.

Buscador de arquitecturacatalana.cat, indicando qué interesa a sus autores.

4_ Una criba.

El reconocimiento institucional se basa en una presentación en base a fotografías y redibujos de los planos.

Las fotografías deben de estar hechas por profesionales prestigiosos.

El redibujo de los planos suele ser farragoso, conseguible únicamente mediante la autoexplotación de los autores o la explotación de sus trabajadores en trabajos sin un retorno económico directo.

La consecución de un premio de arquitectura, pues, es un proceso caro, sólo al alcance de una élite que pueda pagarse los profesionales adecuados para conseguirlo, tensando y jerarquizando el acceso de la profesión a su reconocimiento, invisibilizando a los arquitectos que no puedan o no quieran costearse lo que sólo puede calificarse, en el mejor de los casos, como un peaje. En el peor es un impuesto revolucionario.

El dinero invertido en esta presentación, si se pierde el concurso, se perderá. La inversión necesaria para presentarse a un premio de arquitectura está rodeada de un muro de silencio.  

Si tenemos en cuenta la conexión de los premios y la academia, traducida en la conversión inmediata de un galardón en méritos académicos, nos damos cuenta que este problema es estructural, y que pasa de manera directa desde la cima de la pirámide a la formación, establecida en un sistema complejo de relaciones que organiza piramidalmente a los profesionales.

Redibujo de presentación de las viviendas en Cornellà. Peris-Toral arquitectos.

5_ La estandarización.

Los premios suelen ser dados por jurados insuficientemente retribuidos que, en el mejor de los casos, sólo visitarán una pequeña selección de las obras presentadas. El respeto a las obras presentadas es inicialmente muy bajo. Luego está el sesgo de confirmación: las obras difícilmente son anónimas en un mundo globalizado, primando a los ya premiados en un círculo vicioso.

La manera de ser jurado es tener prestigio.

La manera de tener prestigio es ganar premios.

Las posiciones de jurado y seleccionado son intercambiables, lo que ha llevado a un clima acomodaticio, masturbatorio, del reconocimiento traducido en una estandarización de las presentaciones, mantenidas caras artificialmente, y de los edificios premiados.

6_ El cuento moral.

La colección de obras reconocidas por los premios suele usarse como justificación para el relato principal de la arquitectura institucional: el cuento moral. Los valores de la arquitectura construida, en el fondo, no cuentan excepto como soporte de unos valores siempre mencionados, nunca explicados, sujetos a la rapidez y a las modas pasajeras: la ecología, el refugio climático, la descarbonización, etcétera.

No es mi intención negar la base o las bondades de este relato, ni sus causas. Antes lo contrario. Los retos y necesidades planteados por estas demandas son tan complejos que no pueden simplificarse. Los problemas complejos demandan soluciones complejas, tanto que éstas no pueden reducirse únicamente a la arquitectura. Tanto que éstas no pueden diseñarse.

Si la respuesta al problema es el diseño, esta respuesta será invariablemente falsa.

7_ El desprestigio.

La rueda del reconocimiento se ha viciado tanto que las justificaciones de los premios parecen cosa de broma: mal redactadas, farragosas, aburridas, llegando incluso a la faltas ortográficas y gramaticales o a los errores tipográficos, no son capaces de dar cuenta de sus motivos, tornándose huecas e intercambiables, un puro lugar común vacío de contenido.

Y más: La Biblioteca Gabriel García Márquez ganó el Premio FAD ex aequo con el Colegio Reggio de Madrid. La presente edición de los premios FAD los ha concedido todos de esta manera, excepto el internacional. Esta manera de premiar, indecisa, desconcertada, insegura, indica una desconfianza, una sospecha sobre la representatividad del galardón sólo incrementada por esta extensión a dos obras, insuficiente e insatisfactoria.

Esta situación ha provocado un desierto institucional. Los premios no llegan. El relato no llega.  No llega ni a los propios arquitectos. El público generalista no está ni se le espera. En estos momentos, la arquitectura institucional es un breve en el telediario, sin prácticamente ningún alcance.

Ni está ni se la espera.

Pero.

8_ Hablemos de arquitectura.

Esta es la lista de los monumentos más visitados del país:

A_ Alhambra de Granada

B_ La Sagrada Familia de Barcelona.

C_ La Mezquita de Córdoba.

D_ La Catedral de Santiago de Compostela.

E_ La Catedral de Burgos.

En 2023, las cifras de visitantes oscilaron entre los siete millones de la Alhambra y el casi medio millón de la Catedral de Burgos.

Ninguno de estos edificios necesita presentación. Es obvio que todos ellos son muestras de arquitectura. Porque sí: La arquitectura interesa. La arquitectura interesa mucho. Pero no la arquitectura que hacen ojitos las instituciones vinculadas a la arquitectura. No hay foco para ella.

La arquitectura interesa como fenómeno transversal, como la plasmación de una historia, como el origen de otras manifestaciones artísticas, cuadros, libros, películas.

La arquitectura interesa como expresión cultural de un territorio, de una ciudad, de un país, y de una época, mantenida, actualizada, querida, respetada, a veces hasta casi ahogarla. La arquitectura identifica a sus habitantes. Es el marco de recuerdos de viajes, fotos de bodas, cuadros en comedores, fondos de pantalla. La arquitectura nos orienta, retuerce sus emplazamientos, es compleja y crea complejidad. E interesa precisamente por la complejidad que es capaz de crear y visibilizar. Cuando esto sucede no se la suele llamar arquitectura. Se la suele llamar patrimonio, dentro de esta tendencia -también institucional- a compartimentarlo todo. A entender las diversas manifestaciones del arte y de la cultura desde sus respectivos compartimentos estancos.

La arquitectura es la vida. La arquitectura interesa cuando es la expresión de algo más grande que ella.

La Alhambra de Granada. Wikipedia Commons. Autor: Jebulon.

9_ … y vuelta al principio.

La Biblioteca Gabriel García Márquez tiene grietas. Las de la rapidez, la inmediatez y las ganas de considerarla un símbolo antes incluso de su entrada en funcionamiento. Institucionalmente sólo queda su olvido. Y, con él, la posibilidad que este edificio pueda convertirse en patrimonio.

Mientras, los arquitectos estarán solos.

Foto: Jesús Granada.

1 comentario

Dejar un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *