vvaa_ The Sphere

Holi. Vengo a presentaros un proyecto que hace ilusión. Un proyecto aspiracional, que merece un viaje. Un proyecto que ha cambiado la historia de la arquitectura.

Tenemos una Ley de Arquitectura que la define como bien de interés general. The Sphere es de interés general. No conozco a nadie a quien no haya emocionado o interesado aunque, como señala Pau M. Just1, ha pasado bajo el radar de los arquitectos, que la han despreciado e ignorado expresamente.

The Sphere es, como su propio nombre indica, una esfera de luz de un poco más de 100 metros de diámetro, la más grande que se ha construido por ahora. The Sphere es un televisor esférico dotado con una pantalla de 16k que jamás se puede ver por detrás, porque tiene una pantalla por dentro y otra por fuera.

Es decir, The Sphere convierte2 el exterior de Las Vegas en un interior.

The Sphere es un proyecto público. Un. Proyecto. Público. En Las Vegas. No tenemos que entrar en ella para disfrutarla, porque irradia todo su entorno. Estando en la ciudad ya se puede disfrutar. Manuel Cervantes3, que la ha visitado, explica que, como es propio de la ciudad, se trata de un proyecto 100% especulativo enclavado en un entorno con una planificación -precaria- en curso. A pesar de estas premisas, refuerza esta idea de edificio público con un espacio urbano generoso, con unas veredas anchas que potencian una rara experiencia a pie. Para Cervantes, The Sphere es un proyecto sensorial que implica muchos más sentidos que la arquitectura, un proyecto que unifica los deseos y la obra de Boullée, el surrealismo -Dalí y Buñuel- y el exceso de Fellini.

La planta baja de The Sphere. (Foto: Ethan Miller/Getty Images)

The Sphere es un proyecto de luz. Se enciende y se apaga, y apagado no tiene más sentido que un televisor, un proyector o un móvil apagados. The Sphere es cinemático. La tercera dimensión queda eclipsada por la cuarta. El movimiento y el tiempo presente son la esencia del proyecto.

Fotograma del concierto de U2.
La resolución y las prestaciones de la pantalla permiten incluso alterar la geometría de su interior.

The Sphere es un acto de creación continua y sostenida, una obra coral donde, de momento, los arquitectos no están ni se los espera. Su espacialidad se configura como un canal de emisión que puede convertirse en cualquier cosa, desde una calabaza de Halloween hasta el Cenotafio de Newton, el proyecto con el que la compara cualquier amante de arquitectura. Una comparación precisa, porque The Sphere es puro espacio, un espacio que reclama atención sobre sí mismo y que, como toda pantalla, es una ventana abierta a otro mundo.

La creación permite alterar geometría, material y textura.

The Sphere es arquitectura pura. Pau M. Just la define como un reclamo en sí misma. Si Taylor Swift o U2 actúan no serán ellos. Serán ellos en The Sphere, y el lugar será más relevante que los cantantes, porque si vamos y en lugar de ellos nos encontramos con el espectáculo de alguien sumamente odiable -pongamos una Céline Dion o un David Bustamante- iremos igual, sin dudarlo, porque el espectáculo lo vale aunque la música intente arruinarlo.

En 1965, Tom Wolfe publicaba The Kandy-Kolored Tangerine-Flake Streamline Baby4, el primer ensayo sobre Las Vegas, un viaje alucinante a través del ornamento y la ostentación desde el cuerpo humano hasta la arquitectura pasando por los Hot-Rod, los coches tuneados origen de la arquitectura local. Las Vegas es un soporte para la ornamentación, un urbanismo ultraliberal hecho a medida de las cosas que importan -edificios y vehículos, sin distinción clara entre ellos-, obviando las personas excepto como propietarias o habitantes de estos objetos que han aparecido en medio del desierto gracias al subterfugio legal que permitió legalizar el juego.

Siete años más tarde, Robert Venturi, Denise Scott-Brown y Steven Izenour actualizaban el mensaje en Learning from Las Vegas5, libro muy inferior al anterior para centrarse en la arquitectura y perder, por tanto, capacidad de relación con la que ahondar en la ambigüedad estructural de los tipos arquitectónicos locales, que han destrozado sus fronteras hacia las artes. The Sphere es un ejemplo perfecto -el más perfecto, quizá- de aquello que se glosa en el libro, en los dos libros, por el carácter de máquina que tiene la construcción6, y lo es pasado de escala: más grande, más fuerte, más brillante, más ruidoso, más ostentoso. The Sphere marca lo más lejos que puede llegar la arquitectura hoy en día, su adecuación máxima a la modernidad, y lo hace del modo más contemporáneo posible: con una autoría colectiva donde los arquitectos tenemos mucho a reivindicar si somos lo suficientemente inteligentes como para ponernos en nuestro sitio y hacerlo, un sitio donde ya no somos el centro del cuatro ni los responsables de encontrar los límites. Ni los del edificio ni los de nuestro oficio.

Y esto sí es una buena noticia.

1_ Para seguir y entender este artículo recomiendo mirar el vídeo que preparó Pau M. Just en Deconstruyendo el cine, su canal de YouTube y, en general, cualquier cosa que cuelgue. Enlace: https://www.youtube.com/watch?v=iD4F0p4Up00&ab_channel=PauM.Just-DeconstruyendoelCine

2_ Es posible que por primera vez en la historia.

3_ Maravilloso arquitecto mejicano, y uno de mis favoritos del panorama global.

4_ Traducido  como El Coqueto Aerodinámico Rocanrol Color Caramelo de Ron, y publicado por Anagrama. Uno de los mejores libros que podáis leer.

5_ Traducido de una manera más obvia como Aprendiendo de Las Vegas y publicado por GG. También vale la pena leerlo.

6_ Este argumento vuelve a ser de Manuel Cervantes.