Malos fisionomistas

Gracias a Xavier Arés por las fotografías, que ha realizado expresamente para este artículo.

Esta es la historia de un error. Si consultáis la Casa Plana de Olot en Wikipedia o en epdlp (El Poder de la Palabra) os aparecerá el edificio que os he fotografiado como una obra de 1927 del arquitecto Josep Danès. Si la fecha fuese cierta, este edificio se convertiría en el más singular de este arquitecto, y en una maravillosa rara avis: una premonición del Racionalismo de posguerra construida en plena dictadura de Primo de Rivera. Esto abriría dos derivadas interesantes respecto del autor y de la obra.

Foto: Xavier Arés.

Josep Danès fue un arquitecto total, un brillante teórico que construyó unos cuantos edificios interesantes y que, involucrándose en la vida civil de Olot, de Barcelona y de Cataluña, fue capaz de conseguir influir en decisiones urbanísticas y culturales importantes. Danès, hijo de su tiempo, trató siempre ela arquitectura como una profesión para las élites con las típicas derivadas sociales que se suele permitir un arquitecto de esta ideología cristalizadas en algunas iglesias -el programa popular por excelencia de la época- bastante interesantes: nada que no suceda hoy en día, si consideramos el carácter sagrado laico de muchas de las propuestas contemporáneas de vivienda social que se acostumbran a difundir y premiar. Y la condescendencia con que han sido proyectadas. Pam. La carrera de Danès se caracteriza por una gran coherencia entre sus postulados teóricos y su obra.

Oriol Bohigas fue simultáneamente muy bueno y muy malo para el relato de la arquitectura catalana al esbozar su historia empezando en el Románico de los Pirineos para seguir con Berenguer de Montagut, las iglesias como salones y las lonjas góticas -la culminación no reconocida de este estilo- para, a través de una especie de salto cuántico, llegar a la definición cultural de la Cataluña moderna a través del Modernismo primero y del Novecentismo después, proceso que culminaría con el GATCPAC y el Grupo R, a quienes consideraba sus sucesores naturales. Este punto de vista, capcioso como cualquier uso instrumental de la historia -el mayoritario- obvia algo que nos interesa: la vía de entrada del Racionalismo en Cataluña, que no fue el GATCPAC -tan carismáticos como minoritarios, con un carácter tan idealista que causó un cierto rechazo en mentes más pragmáticas acostumbradas a tratar con el día a día de la profesión-, sino la revolución tranquila del Novecentismo, sereno, potente, con una gran capacidad organizativa e institucional.

El Casal Sant Jordi, de Francesc Folguera, es ya un edificio abiertamente Racionalista -no de un Racionalismo que mira a Francia, como hacen los miembros naturales del GATCPAC1, sino a América, como le gustaba hacer a Puig i Cadafalch. La sección del Casal Sant Jordi es netamente americana-. Arquitectos como Pere Benavent de Barberà o Nicolau Rubió i Tudurí se convertirán en racionalistas de segunda generación al copiar y mejorar -mejorar mucho, incluso tipológicamente- las viviendas de Sert en la calle Rosselló de 1929. Benavent de Barberà proyectará sus viviendas de la Avenida Gaudí, 56 tan sólo dos años más tarde. Rubió i Tudurí hará lo mismo las de la calle Muntaner, 263 en 1934: edificios realistas, es decir, fácilmente mantenibles, duraderos, construidos con técnicas provadas. Arquitectura para ser, no para manifestarse: Novecentismo en vena. Pensar que Danès hubiese podido hacer algo así en Olot, ciudad con fuertes conexiones internacionales, lugar de una tremenda inquietud cultural, en una fecha tan temprana es osado, pero no improbable.

La Casa de Sert en la Calle Rosselló (foto: Lluís Casals), la de Benavent de Barberà en la avenida Gaudí (foto: Lluís Casals) y la de Rubió i Tudurí en la calle Montaner (foto: Eduard Llorens).

La casa se ubica en la plaza de España de Olot, el corazón del Ensanche Malagrida, una interesantísima urbanización radial estudiada por el arquitecto Arnau Vergés en su tesis doctoral2, una tesis maravillosamente recomendable por tres razones entrelazadas: el entusiasmo con el que está escrita, su nivel de erudición, que le permite atar muy bien su relato, y su carácter coloquial: es una tesis doctoral accesible a cualquier interesado en el tema, incluso sin estudios universitarios, escrita con un lenguaje llano: una tesis que no desprecia su aspecto comunicativo, que puede leerse por placer, permitiendo el tipo de conocimiento  necesario para la creación: el que entra sin imponerse, por inmersión. Por seducción.

La casa en la plaza. Foto: Xavier Arés.

Pero tenía dudas. Dudas más que razonables. Consulté con Arnau, que me dató el edificio en algún momento entre 1945 y finalísimos de los cincuenta3 -probablemente mediados de los concuenta- y lo atribuyó, con la boca pequeña y sin estar seguro de ello, a Joan Aubert, magnífico arquitecto olotense de trayectoria demasiado larga y compleja como para resumirla aquí.

Estos nuevos datos reconfiguran el edificio sin restarle interés. Éste nos cuenta la evolución del Ensanche Malagrida. El sueño del indiano -una ciudad-jardín pintoresca para la gente rica de Olot- no se ha podido implementar del todo. La posguerra ha sido dura y Coderch ha construido un grupo, casi un barrio dentro del barrio, de viviendas baratas en la misma plaza de la Estrella. Nuestra casa se alza entre estas viviendas y la Escuela Municipal de Música, construida por Joaquim Masramon4 , que sustituye la Biblioteca de la Mancomunidad que, muy castigada por su falta de mantenimiento, tuvo que ser derribada a principios de los sesenta. Es interesante imaginarse a nuestra casa conviviendo con ella por un corto tiempo.

Una unidad de las viviendas de Coderch en el eixample Malagrida. Foto: Arnau Vergés.
La Biblioteca Popular de Olot de la Mancomunitat (según un proyecto tipo repetido múltiples veces). Foto: autor desconocido.

Nuestra casa es plurifamiliar, de tres plantas con dos viviendas por planta5, un edificio no mucho mayor que algunas de las casas existentes en el Malagrida, terminado en ladrillo visto, de planta más o menos cuadrada con un patio central, coronada por un templete revocado, una especie de símbolo colocado en el lugar más visible del edificio. Lo que quizá -sólo quizá- sea así porque su fachada representativa no es la principal: el edificio se enchufa a la plaza por su parte posterior, por las habitaciones, mediante un sobrio alzado de ventanas de buena proporción que no tendría mucho destacable si no fuese por este templete. Lo que da a su fachada principal, donde se abren los estares -y donde dicho templete es invisible- un curioso carácter de patio de vecinos que contribuye a la domesticidad del conjunto y del barrio. La casa, sobria, modesta, bien construida, cambia la escala del barrio, y la cambia de una manera muy Novecentista: con contundencia y con serenidad. Con contundencia, porque coloca seis familias donde sólo había una. Con serenidad, porque este edificio no es mayor que algunas de estas viviendas, y más doméstico que algunas de ellas. Sí cambia la relación con la ciudad: carece de valla, presentando una relación franca con la calle, la misma que las viviendas de Coderch y que las escuelas adyacentes6. Ahora el ensanche es más urbano. Y esto es necesario en un momento en que la zona se está volviendo a gentrificar.

Fotos: Xavier Arés.

¿Y la Casa Plana? Arnau, en su tesis, da este nombre a otra casa ubicada a cien metros de esta, de planta cuadrada, que resembla a una masía de estas que tango gustaba a Danès y que, además, es obra del propio Danès, una alejada de cualquier vanguardia propia de un arquitecto representante del ala más conservadora y tradicionalista del Novecentismo: una casa más coherente que la anterior. Casa que, por cierto, comparte manzana con la Casa del Demà, magnífico proyecto del propio Arnau que reforma una casa del arquitecto Isidre Bosch7, y con la Casa Entremuros de RCR arquitectes.

La Casa del demà, de Isidre Bosch. Reforma y ampliación: Arnau Vergés. Foto: Marc Torra _ Fragments.
La Casa Entremuros, de RCR arquitectes. Foto: Hisao Suzuki.

Nota final: la atribución del edificio a Joan Aubert, hecha con todas las reservas posibles, es responsabilidad mía. Cualquier confirmación o desmentido se anunciará en este blog.

Nota final 2: Wikipedia y epdlp deben rectificar estos datos, y otros incorrectos que hay, almenos en Wikipedia, sobre Olot. Ya no tienen excusa.

1_ José Luís Sert, Germán Rodríguez Arias, Sixte Illescas, Josep Torres Clavé. Quizá -sólo quizá- Joan Baptista Subirana. La lista es casi exhaustiva.

2_ Como el ensanche radial y Olot es Olot, la plaza suele ser conocida como la plaza de la Estrella.

3_ Arnau pudo ofrecerme esta precisión en virtud de dos fotos aérea. En la del 45 no hay casa. En la de finales de los cincuenta ya está construida. Se podría datar y atribuir con precisión mediante la licencia de obra, pero mira: que nos lo pague alguien.

4_ Joaquim Masramon de Ventós (Olot, 1910 – Girona 1987), arquitecto tan desconocido como interesante, es también interesante por su linaje: emparentado con los Masramon que encargan la casa de Olot del mismo nombre a Rafael Masó -ojo con este arquitecto, que es un superdotado de categoría extra-, es sobrino de José Antonio Coderch y familia directa de la gran Maria Rubert de Ventós, catedrática de urbanismo en la UPC y, obviamente, de su hermano Xavier, en gran filósofo muerto este año. Las dos hermanas fueron profesoras mías muy queridas.

5_ No he tenido acceso ni a su interior ni a sus planos, pero sé contar buzones. Es el precariado, amigos.

6_ La Mancomunitat construyó una escuela pública proeciosa que proyecto Josep Goday, el arquitecto que, junto com MBM arquitectes, construyó las mejores escuelas de este país. Goday es un casi-genio injustamente olvidado. 

7_ Sé que no paro de sacaros nombres de arquitectos, pero es que no os hacéis idea de la potencia cultural de Olot.