Kauh arquitectos_ Parque de La Hoya

Foto: Jaume Prat.

(Gracias a los vecinos del barrio del Santo, a Jesús y a Carlos, nuestro equipo de rodaje, y a Juan Antonio y a Vincent por la inmersión almeriense.)

La profundidad de los rastros depende un poco del azar y un mucho del privilegio. La pobreza deja siempre rastros ligeros, frágiles, superficiales. La riqueza deja rastros en forma de edificios completos que ni tan solo habrán perdido la cubierta original. La arquitectura popular entierra sólo aquello imprescindible para que una construcción resista hasta la siguiente reparación. La memoria es un privilegio de clase. El olvido es el estado natural de la mayor parte de las arquitecturas que hayan existido. Recuperar dónde hemos habitado es, también, memoria histórica. No podremos saber quiénes somos sin saber de dónde venimos.  

La Hoya con su cortijo a principios del siglo XX. Foto: Desconocido.

La Hoya es un espacio delimitado por los cerros de la Alcazaba y San Cristóbal, un trozo de rambla que baja desde la sierra de Gador contenida por la muralla de Jayrân, con su osada forma en V, y una represa medieval construida para evitar que una avenida asolase la ciudad. Protegida como estaba, se convirtió en un barrio que desapareció durante la crisis del siglo XIII, que despobló gran parte del territorio. El barrio reapareció a finales del siglo XIX convertido en lo que ahora llamamos un asentamiento informal, eufemismo para nombrar un espacio autoconstruido, tolerado, olvidado y privado de servicios por el Ayuntamiento. Su forma urbana era la misma de siempre: barracas y cuevas conviviendo con un monocultivo de chumberas que alimentaba la población en tiempos de escasez. Un cortijo aprovechó la falda sur del Cerro de San Cristóbal, la más privilegiada, la del sol, los bancales y las acequias árabes que irrigaban el conjunto.

Configuración geográfica de Almería y plano de Madīnat al-Mariyya en el siglo X.
La Hoya tal y como aparece en un fotograma de Patton (Franklin J. Schaffner, 1970)

En tiempos de la heroína la cosa se puso chunga. La Hoya llegó a ser un lugar peligroso de veras que, paradójicamente, está a un minuto a pie del Ayuntamiento y es punto de encuentro de los barrios del Centro, la Medina y el Santo, un lugar que es la fachada urbana desde la Alcazaba y el Cerro de San Cristóbal. Finalmente se decidió sanear y convertir en parque, y salió a concurso. El estudio granadino Kauh arquitectura -Juan Antonio Sánchez Muñoz y Vincent Morales Garoffolo- resultó ganador.

Foto: Jaume Prat.

El proyecto interviene La Hoya como siempre se había hecho, y lo hace por dos razones diferentes que en el fondo son la misma.

Primero, el respeto. Intervenir como siempre es valorar lo de siempre, el barrio árabe, los asentamientos posteriores, las cuevas, la barracas, los bancales, las acequias, la lógica incremental del conjunto. La historia popular contrapuesta a las edificaciones institucionales, cultas, del centro. El parque glorifica lo cotidiano, lo celebra y se da a su entorno creando la fachada que faltaba. Y, a la larga, cuando crezcan las higueras, los tarays y las moreras que han plantado, creando espacios de sombra que se convertirán en puntos de encuentro vecinales.

El parque de la Hoya. Sombreadas, las zonas con restos arqueológicos enterrados a preservar. Dibujo: Kauh arquitectos.
Los bancales jugando con los bancales sin restaurar en el exterior del parque.
Foto: Jaume Prat.

Segundo, el posibilismo: la manera como siempre se había intervenido el lugar. Los condicionantes del encargo, que quiere preservar las superficies del lugar donde se estima que puede haber ruinas para excavaciones arqueológicas futuras, no dejan hacer otra cosa que una intervención superficial: sanear, revegetar con plantas de raíces superficiales, recuperar el sistema hídrico árabe, que sigue funcionando del mismo modo y con el mismo propósito de siempre.  El posibilismo incluye, también, una mirada adelante, la nueva capa del diseño, entroncado en el paisajismo más furioso y vanguardista1: parterres ameboides plantados con decenas de especies autóctonas y asimiladas diferentes que marcan muchos caminos y ninguna dirección, un centro con una espalda de bancales recuperados donde celebrar conciertos y encuentros a escala urbana. Y una iluminación nocturna preciosa.

Kauh arquitectos.
El sistema hídrico recuperado. Foto: Jaume Prat.

El parque tiene seis meses de edad, y es una apuesta a largo plazo. Parques y Jardines de Almería, con mucho entusiasmo y un cierto desconcierto, están aprendiendo a cuidarlo. El espacio ya se empieza a habitar. Se ven parejas, deportistas, personas de edad, familias, adolescentes jugando al fútbol. Se han celebrado los primeros conciertos. Fui a filmarlo con Ana Amado2. En la primera visita detectamos que se ha convertido en un polo de atracción para las tiktokers locales. Decidimos entrevistar a una y encontramos a Yana. Nos contó que ella lo hacía allí porque el parque es el alma de Almería. No existe definición más precisa del espacio. Lo viejo y lo nuevo condensados en algo vivo, que resuena con su entorno. Ella lo ha visto. No se me ocurre éxito mayor, ni recompensa más sincera.

Niños jugando en el parque. Foto: Jaume Prat.

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