David Sebastian_ Desarquitectes_ Casa en tres primaveras

Foto: Jordi Salinas.

¿Para què1?

Tres familias viviendo bajo un mismo techo. Algunos espacios comunes, estancias individualizadas, servicios, un huerto, un gallinero. Vacaciones en un lugar tranquilo, aislado, en contacto con el exterior, con un medio ambiente duro, trabajado, surcado por caminos no evidentes, simultáneamente recogido, íntimo, enorme, desolado: una máquina de reflexionar.

¿Dónde?

En las Cuencas Mineras, Teruel. No concretaré más porque sería como daros la dirección de la casa. Ni puedo ser objetivo con esta comarca porque constituye uno de los paisajes mé bellos y fascinantes donde haya estado jamás: uno de los corazones de la España Vacía, con menos densidad poblacional que Laponia, colonizado por pueblos compactos y densos, porque en estos parajes se vive apiñado. Igualmente, silencio. El sonido de los elementos. Los coches pasando de uno en uno. Bares con la tele a tope donde suena algún canal estatal. Las casas: tierra, piedra. Tierra en forma de cerámica, de adobe. Piedra en forma de mampostería. Los topónimos del lugar, por donde anduvieron los bereberes: Alfambra. Alhambra. Tierra roja.

En la última parcela del pueblo, ocupada por un almacén de mampostería: una espalda potente, la sensación de formar parte de un gran organismo -el pueblo-, un delante definido por el sol y unas vistas bastas, claras, directas.

Foto: Jordi Salinas.

¿Cómo?

Recreciendo el almacén con una estructura elemental de muros portantes cerámicos y forjados de madera. Autoconstruyendo. Creando un corazón que es un recinto cubierto, un atrio de relación con la calle, un espacio intermedio que amortigüe la intemperie existente justo al otro lado de tres metros de asfalto. Con complejidad. Casi ninguna estancia de la casa es paralelepipédica. Todas ellas, con un orden surgido más de la construcción que de la geometría, con rincones, relaciones ambiguas entre interior y exterior, buscando individualizar cada espacio. En sección, haciendo lo mismo que en planta: espacios en metros cúbicos que se expanden y comprimen a placer, alturas simples, medias, dobles: un collage, todo encajado en un volumen lo más compacto posible. Con recorridos tortuosos, poco obvios, que multiplican la distancia, que incrementan la privacidad, que aumentan el tamaño aparente. No es una casa: es un mundo, un barrio en miniatura de un pueblo en miniatura. Un distrito.

Foto: Adrià Goula.
Foto: Jordi Salinas.

Y un no sé qué de…

Las tres primaveras. La evidencia del proceso, de que que la casa jamás estará terminada. Los cambios, la vida incorporada al proyecto. La densidad de las tres familias: no un museo, sino una especie de extensión de los habitantes. Aquél tío del pueblo que te acoge. No saber cuál será la forma final, y que no importe, porque la calidad del proyecto es excepcional. Las paredes pueden terminar enyesadas, las escaleras, revestidas con piedra. Podrá ampliarse o reducirse, funcionando tan bien habitada por una persona como por diez. La emoción. La gran capacidad mimética de una casa que busca condensar el lugar. No crear un falso histórico. La primacía de la tipología, de la proporción, de las armas de la gran arquitectura sobre el diseño. Este sentimiento, al final, de obra en tránsito. De casa de pueblo que siempre ha estado allí. Roja como la tierra.

Foto: Jordi Salinas.
Foto: Jordi Salinas.

1_ Miguel Fisac solía contar los proyectos de este modo. Probaré a ver qué tal.