Gracias a Jorge Salvador Coderch por abrirnos la casa y a Manuel Cervantes por organizarlo todo.

Contexto.
Una casa de Coderch apareció de la nada hará unos cinco años, y lo hizo de un modo poco convencional: a través de redes sociales, anuncios, videoclips o eventos. Al verla pensé hostia, esto tiene que ser de Coderch, ¿No? Más tarde, casi por ósmosis, supe que la casa está en Sant Feliu de Codines, un pueblo que parece de carretera pero que, si se visita, esconde verdaderos tesoros, dos casas de Coderch, ahora tres, entre ellos.

En un contexto en que la difusión de arquitectura suele ser despreciada por las instituciones y la investigación es escasa, fragmentaria y desorganizada, José Antonio Coderch de Sentmenat (1914-1984) es un arquitecto muy y poco conocido a la vez. Los libros que han aparecido sobre su figura son, hasta ahora, insatisfactorios, malos o pésimos1. Especialmente desafortunado es el libro que fija el relato sobre su figura, un volumen blanco con un formato apaisado que imita las obras completas de Le Corbusier preparado, si no me equivoco, por Carles Fochs, un libro tramposo porque si alguien lo consulta se encontrará con una exquisita colección de fotos, buena parte de ellas de Català-Roca, y unos dibujos bellísimos que crean un relato fragmentario y lleno de omisiones imperdonables que propone lo que se vende como un relato cerrado y definitivo sobre su vida y obra cuando es poco más que un punto de partida poco riguroso donde muchos planos ni tan sólo coinciden con la obra construida. El libro se cierra con El Coderch de Josep Maria Ballarín, el mejor documento jamás escrito sobre el arquitecto, escrito por uno de los hombres de iglesia más interesantes que ha dado el siglo XX catalán2, un enorme escritor catalanista que, contraintuitivamente, fue uno de los amigos más cercanos del arquitecto. Esta amistad dice más sobre Coderch que todo el resto de literatura escrita sobre él.
Huelga decir que en este libro no deja pistas sobre la casa.
Una historia.
La familia Coderch de Sentmenat llega a Sant Feliu de Codines en la posguerra huyendo de la tuberculosis. Alquilarán una masía en las afueras del pueblo donde disfrutar de aire puro y buenas vistas. José Antonio, el hijo arquitecto, se deja caer por ahí de tarde en tarde. Su hermana Fermina, enamorada de lugar, comprará con su marido una parcela a media pendiente de una loma en contacto visual con la masía. Quiere hacerse una casa y quiere que su hermano se la proyecte. La masía familiar está infradotada. Falta espacio de almacenaje. Sólo hay un baño y medio para una familia tan numerosa que puede reunir decenas de miembros bajo un mismo techo.
Fermina Coderch tiene seis hijos. La casa se termina en 1972. Tendrá ocho habitaciones con sus correspondientes armarios y cuartos de baño, y alguno más por si las moscas, y muchos rincones y salas de estar tanto interiores como exteriores. Es la casa de veraneo de una familia numerosa. Muchos años más tarde, Fermina muere. Jorge Salvador Coderch, su hijo pequeño, compra la casa a sus hermanos.
Stop por ahora.

Cuatro cosas sobre el tío José Antonio.
Cuando Oriol Bohigas murió, afirmé que había muerto el arquitecto catalán más importante después de Gaudí. El periódico Ara transformó esta afirmación en titular de primera página. No me desdigo. Bohigas y Coderch son las dos figuras más controvertidas de la arquitectura catalana de posguerra. El primero es un organizador ambicioso y carismático que la dota de relato, sentido institucional, organización y jerarquía, todo ello sin dejar de producir una obra personal más que consistente. Cuando llegue su momento, someterá Barcelona a su transformación más importante desde Cerdà. La afirmación que hice medía bien las palabras. Dije importante, no mejor. Este honor está reservado a este arquitecto de San Gervasio3 llamado José Antonio Coderch de Sentmenat. Persona extraordinariamente compleja de filiación inequívocamente franquista, reaccionario de manual, Coderch representa el paradigma de la honradez y el compromiso profesional entendido de manera liberal. Coderch es un arquitecto que, de encargo en encargo, deja centenares de edificios sin construir ninguno, ni uno solo, que sea malo. La arquitectura de Coderch es atemporal, síntesis del clasicismo más puro y la modernidad más madura realizada por un personaje a quien no gustaban ni el Partenón ni Le Corbusier. Coderch es un artista de primera magnitud, uno de los más importantes del país a la altura de Miró, Mercè Rodoreda, Tápies, Josep Pla o Pau Casals.

Si la definición de genio es una persona que cambia el curso de la historia en su campo de actuación, Coderch es un genio.
Ahora llamo a un doctor, a uno de verdad: Joan Casals Pañella escribió una tesis brillantísima que suministra la clave para entender el enorme salto existente entre la arquitectura catalana de preguerra y la de posguerra. La interpretación que sigue es mía, y mío será también cualquier posible error. Los aciertos son de Joan. La arquitectura catalana de preguerra, a través de figuras como Sert, Torres Clavé y los menos intuitivos Raimon Duran Reynals o Rafael Masó, se está modernizando, mezclándose con influencias internacionales, impregnándose de racionalismo sin rupturas con su pasado. Sert es el único que parece opinar lo contrario. Torres Clavé, en cambio, es sobrino del arquitecto4 Jaume Torres Grau, que produce edificios más que solventes cómodamente instalado en un novecentismo de perfil bajo. Torres Clavé trabajará para su tío. Duran Reynals y Masó, dos animales arquitectónicos, se mueven en un registro estilístico que va desde el neoclasicismo al racionalismo más puro, que entregan sin estridencias a la cultura catalana.

Todo cambia en la posguerra. La modernización de la arquitectura catalana se realizará mediante un acto de creación que inventa un espacio interior que no existe para unos referentes -fundamentalmente arquitecturas catalanas de costa- que o bien no lo tienen o bien viven de puertas adentro. Coderch y su amigo Antonio Bonet Castellana estarán en el centro de este acto.

Coderch, un arquitecto infinitamente más dotado que Bonet Castellana, diseñará los ejemplos más puros y directos de este cambio desde los cincuenta en lo que Carles Fochs considera los principios de su carrera obviando una década perdida precedente donde el arquitecto ha experimentado fuertemente5 para crear y madurar estos modelos que, en el relato romantizado de Fochs, parecen aparecer de la nada completamente formados. Coderch crea los conceptos de domesticidad y de belleza que todavía mantenemos hoy en día. Su creación es original en el sentido más gaudiniano de la expresión: volver al origen o, y aquí está el truco, crearlo a partir de muchas referencias que se funden en un resultado consistente y genuino que las ha digerido, absorbido y convertido en fuente primaria. Coderch es un arquitecto que, como Duran Reynals, Masó o el mismo Gaudí, ha sido cpaz de entroncarse con la cultura catalana, transformándola profundamente. Coderch es tan conocido y copiado como insondable. Coderch es un arquitecto sin parangón.

La casa.


La Casa Fermina Coderch no se publica en su día por expreso deseo de Fermina, que quiere disfrutar sin vida publicada. Pertenece a la etapa madura del arquitecto, que tiene 58 años cuando la termina. Esta etapa de su carrera está opacada por la brillantez de sus primeras casas-manifiesto, obras como la Casa Ugalde (1951) o la Casa Catasús6 (1958) que, además, se publican con retratadas por el mejor Català-Roca, que contribuye con su genio a crear el imaginario del Coderch más popular.
El atributo fundamental de esta casa es su belleza: la belleza doméstica, equilibrada, de una casa para vivir. La casa está adosada a la falda de la loma mediante el mismo sistema de bancales que organiza y geometriza las curvas de nivel para poder cultivarlo. La casa ocupa tres de estos bancales: uno inferior con un enorme garaje que soporta la plataforma principal, que agrupa todos los espacios de vida menos una habitación que se traslada al piso superior, y que también toca el suelo por su parte posterior como si de tres plantas bajas de tratasen. La casa se divide según un esquema burgués de zona de día-zona de noche-zona de servicio7. La calidad demencial de la arquitectura transforma este esquema y lo trasciende por la vía de la belleza. La casa es enorme, más de 400m2. No existe un solo rincón que no sea bello. La parte de servicio es bella. Los baños, con su luz cenital de color dorado, son bellos. Las habitaciones, verdaderas salas de estar agradables y sombrías, son bellas. Los pasillos son bellos. La zona de día te deja sin palabras: un espacio que se transforma en jardín sin transición, un mirador con todos los muebles orientados a las vistas, una superficie cómoda, agradable, familiar, con rincones, lugares de reunión, zonas íntimas. Los techos son bajos. El espacio escapa horizontalmente. Te sientes fuera y abrigado a la vez.


La casa, aún en una fecha tan temprana, monta ya un forjado reticular. El uso de este tipo de forjado, que se elabora in situ cruzando nervios en dos direcciones, que permite una mayor libertad con los soportes y unas luces mayores y más irregulares que un forjado unidireccional sin flechas ni deformaciones, representa la gran revolución tecnológica que permite a Coderch que el espacio fluya como no lo ha hecho en toda su arquitectura precedente. Permite también cumplir su sueño de liberar las esquinas, donde dispondrá las ventanas. La articulación de los espacios se produce en diagonal. El uso de esta diagonal es la novedad que Coderch aporta a la cultura arquitectónica catalana. El forjado reticular libera a Coderch, y eso es lo que expresa esta casa, que se reservaba la que, por ahora, es la última lección que su arquitectura me ha dado.
Siempre había leído a Coderch, hombre atormentado, como un arquitecto marcado por el miedo. Su proyecto clave para entender esto es la Casa Ugalde, una obra irracional que, según demuestra Joan Casals, flirtea con el surrealismo. Dos fotos:


La Casa Ugalde es la obra más loca de Coderch, un experimento espacial completamente isótropo en un momento en que ni la cultura ni la tecnología ni, quizá, el propio país lo permiten, una casa que es un acto de disidencia construido. Coderch, llegué a pensar, se asustó de sí mismo, de su parte irracional, de esta arquitectura extrema y libre. Coderch, enorme conocedor de la arquitectura catalana desde las masías y las casas de pescadores a Jujol, Domènech i Montaner o Gaudí, se contiene antes de saltar hacia este universo rico y exuberante. El arquitecto se retirará a sus cuarteles de invierno, llegando siete años más tarde a este prodigio de contención que es la Casa Catasús.

Sí, pero no.
Ahora sé que Coderch quería las dos cosas a la vez. Coderch quería combinar la pureza de la Casa Catasús con la exuberancia irracional de la Casa Ugalde.
La Casa Fermina Coderch es de las primeras, si no la primera, en sintetizar los dos universos. La casa estalla, convertida en una obra de paisaje, prolongada por los bancales de piedra del lugar, con cipreses plantados dos metros más abajo para tener la copa a la altura de los ojos, para recordar que se está en un terreno en pendiente. Los espacios fluyen con la misma libertad que los de la Casa Ugalde. No hace falta torcer nada, sólo planos verticales de ladrillo y chimeneas sin esquinas. Coderch, insistiendo en los noventa grados y en el factor de forma contenido de la Casa Catasús, revienta la casa y la funde con su entorno.

Coderch no es un arquitecto. Es un paisajista. La casa es una obra de paisaje, inseparable del lugar.

La sección contribuye a la fluidez espacial. Parece imposible hablar de sección en una casa conformada por dos planos horizontales no demasiado separados entre ellos. Y sin embargo: el altillo del pasillo, la luz cenital, las puertas a toda altura independientemente de cual sea esa altura hacen la magia, encogiendo y dilatando el espacio de modo casi subliminal. Las proporciones son exquisitas, precisas.
El diseño de todos los elementos y la elección del resto completan el efecto. Coderch es un diseñador de muebles excepcional, de talla mundial, que supedita este diseño a la globalidad del espacio integrándolo a la arquitectura: sofás y camas de obra, mesas mínimas, butacas lujuriantes. Otros muebles son de Miquel Milà, uno de sus alumnos aventajados, desprovistos aquí de toda pretensión, gravedad e ironía, tan integrados en el espacio como si estuviesen diseñados ex profeso y convertidosen objetos prét a porter a posteriori.

La casa, diseñada ad hoc para su hermana, ha demostrado poseer una flexibilidad que le permite otros usos.
Terminemos la historia. Jorge Salvador mantiene la casa gracias a su alquiler temporal. Se puede encontrar en portales como Air BnB. Gracias a esto, se ha incorporado al imaginario colectivo. Me hubiese gustado ver al tío José Antonio diseñando con los condicionaltes actuales, me dijo Jorge cariñosamente. La casa se puede seguir usando con su programa original de veraneo mientras cuenta una parte de nuestra historia y espera convertirse en el monumento nacional que debería ser, catalogada al mismo nivel que Santa María del Mar. Un monumento vivo que representa lo mejor de una arquitectura universalmente reconocida.

Podréis encontrar la tesis doctoral de Joan Casals Pañella en este enlace: https://upcommons.upc.edu/handle/2117/178341?show=full
*Estar per casa (estar por casa) tiene, en catalán, unas connotaciones de domesticidad y de cariño particulares de este idioma.
1_ Salvo sólo dos, no tanto por su calidad8 como por erigirse en fuente primaria: J.A. Coderch, conversaciones, de Enric Sòria, i Recordando a Coderch, compilación de testimonios editada por Pati Núñez.
2_ Y no han sido pocos.
3_ Así se definía él mismo.
4_ y constructor i promotor, si no me equivoco.
5_ A través de interesantísimos proyectos de vivienda social, su verdadero laboratorio de arquitectura. Debo esta afirmación tan precisa a los hermanos Adriana y Víctor Vázquez Balló.
6_ Actualmente mutilada, mal ampliada e irreconocible. La Casa Catasús es sólo un recuerdo.
7_ Esquema desarrollado a los largo de los años treinta, que ha viajado a los Estados Unidos, donde se ha perfeccionado y depurado gracias a arquitectos como Richard Neutra, volviendo a Europa. Neutra también ha vuelto a Europa, construyendo unas viviendas para oficiales del ejército americano en Figueres que reseñé en el blog, y conociendo a Coderch en el proceso. La arquitectura californiana de los 50 es clave para entender a Coderch. 8_ Sobre la calidad de los libros de arquitectura: como soy quizá más optimista de lo que debería, doy por descontado su rigor. En mi opinión, el parámetro que marca la calidad de un libro de arquitectura es su memorabilidad. No tanto que te dé lo que buscas como que te dé lo que no buscas. Que te enriquezca y se ubique en tu acerbo. Lo demás son sólo datos.