Philippe Starck es algo así como un Miguel Milà con esteroides, un referente global, un diseñador total con una obra tan amplia y diversa que no parece ni proyectada por un solo autor1. Starck es, además, un diseñador que ha demostrado tener una cierta conciencia de clase. Orgulloso de sus productos, en cierto momento contó 14 copias ilegales, o paralegales, comercializadas por Ikea. No tan sólo no emprendió ninguna acción contra la empresa, sino que manifestó su alegría porque su filosofía del diseño llegase, ni que fuese de forma vicaria, a un público más general. Él, declaró, ya tenía la clientela hecha, y unas copias no harían que la perdiese2. El tiempo le ha dado la razón.
1952. Arne Jacobsen3 está desarrollando la Silla Hormiga para el fabricante de muebles Fritz Hansen bajo la premisa de conseguir una silla bella, funcional y barata para la nueva clase media danesa. La madera curvada y las tres patas finísimas de tubo de acero son tanto un recurso expresivo como un medio de abaratar el mobiliario, reduciendo material e industrializándolo.
El precio de una Silla Hormiga oscila, en la web de Fritz Hansen, entre los 340 y los 520€4. Sin necesidad de buscar demasiado, encontraremos una adaptación por 40€5.
La Lámpara TMM, producida actualmente por Santa & Cole, tiene un precio de 805€6. En Amazon encontraremos una copia de primera mano por 212€7. Y hay ofertas bastante más baratas.
Recuperemos la filosofía de Miquel Milà: emoción estética dentro de una funcionalidad. Si eso quiere universalizarse sólo puede hacerse a partir de las copias. Volvemos aquí a la distinción de clase, que rehúsa estas copias populares por los detalles al ser un poco más chapuceras y estar peor acabadas.
Ofendido por estas copias, el diseño caro, el diseño aspiracional, lo que entendemos por diseño, ha experimentado un cambio de tendencia importante en los últimos años, abandonando la industria a favor de un retorno a la mano, a la artesanía. La exclusividad se consigue ahora con tiradas cortas virtualmente infalsificables por su elevado costo de producción. La voluntad universalizadora se ha dejado atrás sin remordimientos. Incluso sea dejado atrás la ergonomía y, con ella, buena parte de las aspiraciones populares y bienintencionadas -sobre el papel, ni que sea- del Movimiento Moderno. La aspiración de clase se ha conseguido diseñando a la contra unos productos que, fuera del precio, tienen escasa relevancia.
O haciendo exactamente lo contrario. La nueva etapa de Balenciaga se está especializando en objetos cotidianos, objetos que el canon clásico calificaría de feos, resignificados como una performance de exclusividad. Bridas que el comprador final sabe que cuestan unos pocos céntimos vendidas por cien euros, vasos de plástico de un solo uso por noventa euros, bandas de cinta de embalar reusadas como brazaletes a seiscientos euros. El objeto ya no es relevante. Lo es la idea-fuerza de resignificar un objeto barato. Lo es su posesión. La marca no es sino lo que gastamos en ella. La marca es un signo del desprecio al dinero. Balenciaga se ha convertido en el equivalente contemporáneo de encender un puro con un billete de 200€.
Mientras, Ikea ha puesto a la venta la lámpara de techo Bunkeflo8 por 30€. La lámpara Bunkeflo es un objeto de diseño bello y funcional. Una pantalla circular metálica esmaltada en rojo o en blanco, rematada por un troco de cono de abedul macizo, protege una bombilla y proyecta su luz perpendicularmente, creando una burbuja de intimidad. Se puede colgar en una cocina, sobre la mesa de un comedor, en un restaurante. Se puede colgar al lado de un sofá como mesa de lectura. Se puede seriar, disponiéndola en matriz para iluminar un espacio grande, o creando zonas de mayor o menor intensidad lumínica en disposiciones aparentemente azarosas. Se puede colgar a diversas alturas. La lámpara Bunkeflo es un diseño barato, versátil, adaptable, bien ejecutado, con detalles cuidados y limpios.
La lámpara Bunkeflo tiene todos los ingredientes para ser considerada una gran pieza de diseño.
La lámpara Bunkeflo es relativamente similar a la lámpara M689 de Miquel Milà, que Santa & Cole vende por 640€, 21 veces más cara que la Bunkeflo que, aún no siendo de su autoría, representa el triunfo de todas las aspiraciones de la generación de diseñadores a la que pertenecía Miquel Milà, y de todo aquello que manifestaba el ADI-FAD.
Pero jamás ganará ningún premio.
1_ No lo está, de hecho. La suya es una oficina de diseño potente y profesionalizada. La obra de Philippe Starck va más allá de Philippe Starck, y esto también es importante.
2_ Esto lo saqué de una entrevista que leí en papel hace años. No he podido localizar la fuente. Tampoco importa, porque este artículo no está indexado.
3_ Alias Bebé Jefazo, porque su rostro pasó de bebé a anciano saltándose todas las fases intermedias.
4_ https://www.fritzhansen.com/en/categories/products/popular-series/ant
8_ https://www.ikea.com/es/ca/p/bunkeflo-llum-sostre-vermell-bedoll-20559172/#content
9_ https://www.santacole.com/es/lamparas-de-suspension/m68-383/